La designación de nuestro compatriota Mario Vargas Llosa como Premio Nobel de Literatura, ha motivado sinceras expresiones de júbilo, noble orgullo nacional y hasta frases de lisonja como las del presidente Alan García; quien en 1990 liderara el proceso de demolición de su candidatura a la presidencia de la República, emprendiéndola entre otras acciones, con un Spot desleal y propio de la tan criticada “guerra sucia”.
Es decir, dudo que muchos hayan salido a los medios a ponderar el logro de este ilustre peruano con un mínimo de sinceridad, creo les ganó el ánimo de hacer protagonismo, aprovechándose de la feliz noticia que encumbra a Vargas Llosa al sitial de ilustre ciudadano del mundo. Por eso considero que la feliz noticia, también debe ser motivo de reflexión, especialmente para los jóvenes, sobre hechos de nuestra reciente historia.
Ese hombre a quien ponderamos ahora "tirios y troyanos", es el mismo al que los peruanos -literalmente hablando- le dimos una “patada” para encumbrar en la presidencia de nuestra patria al “chinito”, personaje que resultó ser uno de los gobernantes más corruptos y criminales de nuestra historia; el mismo que negó aplicar el “Shock” económico que Vargas Llosa proponía con la sinceridad y decencia de un político ético, en su plan para revertir la crisis económica del primer “alanismo”. En concreto, preferimos al mentiroso.
Pero como este ejemplo no es la excepción a la regla en nuestra historia, es oportuno recordar que por el mismo personaje en 1995, “pateamos” a otro ilustre peruano, don Javier Pérez de Cuellar, prefiriendo nuevamente al “chinito” dictador y en el 2006, también hicimos lo mismos con don Valentín Paniagua Corazao, que no merecía el maltrato del electorado, ni menos quedar en las preferencias electorales después de la propuesta fujimorista encarnada por Martha Chávez. En concreto, descalificamos al tres veces Secretario General de la ONU y al Presidente que dirigió con decencia y eficiencia la transición crucial y más difícil de nuestra historia; ambos con una conducta cívica y moral, intachables.
Cabe preguntarse ¿Qué nos está pasando que la voluntad popular se inclina por la corrupción, el entreguismo disfrazado de necesidad de inversiones, la demagogia y las mentiras, que solo exhiben la “fuerza” de un financiamiento millonario y propuestas “chicha” apoyadas en movimientos y colectividades que no prestan ninguna garantía de decencia, transparencia y eficacia en la gobernabilidad del país?
En 1989 tuve la satisfacción de ser candidato a la alcaldía de Huancayo por el FREDEMO (AP – PPC - LIBERTAD) en representación de Acción Popular, conocer, ser amigo y compañero de ruta en esa etapa política de Mario, como lo llamaba.
En el transcurso de mi vida política, también tuve el privilegio de conocer, compartir, conversar por largas horas y en diferentes oportunidades con el Dr. Javier Pérez de Cuellar y con mayor confianza, frecuencia y tiempos –como correligionario y a un nivel, diría, de discípulo– con los ex presidentes Fernando Belaunde y Valentín Paniagua, de quienes aprendí a hacer política decente, su vocación de servicio y a honrar su conocimiento e intenso amor por el Perú, que me transmitían con la amabilidad de verdaderos maestros.
Los testimonios fotográficos que presento son elocuentes y me otorgan cierta autoridad para preguntar, ¿Qué nos está pasando, que no valoramos las calidades personales, civicas, dignas trayectorias y optamos por los “chicheros” de la politica?
Mi compromiso con la juventud es compartir las enseñanzas recibidas, espero tener la oportunidad
Atentamente,
Pedro Morales Mansilla